En 1973, tras 10 meses de gestación, nace un niño en la ciudad de Baza, que se ha convertido en la esperanza de miles de personas, su nombre es Esteban Sánchez Casas, hoy en día conocido como el Santo de Baza. En 1980, cuenta con apenas seis años de edad. Una tarde se encuentra con unos amigos jugando al escondite. En una de las veces que se halla escondido junto a uno de sus amigos, frente a ellos una extraña luz surge de la nada, como si fuera una puerta. De ella sale un hombre alto con túnica blanca, barba y melena, les sonríe y dice: “NO TEMÁIS…”, sin embargo ellos salen corriendo del lugar despavoridos.
Esteban recibe muy joven su primera aparición a los seis años de edad y a partir de los once, después de recibir una curación milagrosa sobre su persona, le encomienda Nuestra Madre el evangelizar el mundo con sus manos, curando a los enfermos, imponiendo las manos a los que a él se han encomendado. Pensaba llevar una vida normal, pero Dios tenía otros planes, así que a partir de entonces ha dedicado su vida a la misión de ser un obrero de Dios en la Tierra.
Que nadie piense que es un curandero, aunque no le molesta que se lo digan. Sana el cuerpo y el alma guiando a quien le pide consejo, siempre por el mejor camino. No se otorga méritos, pues bien sabe que no son suyos, son de la Divina Providencia, que utiliza su humilde cuerpo para realizar su labor entre nosotros.
Ante todo, es una persona normal y corriente, sencilla, humilde, siempre dispuesto para quien le necesite.
En 1973, tras 10 meses de gestación, nace un niño en la ciudad de Baza, que se ha convertido en la esperanza de miles de personas, su nombre es Esteban Sánchez Casas, hoy en día conocido como el Santo de Baza. En 1980, cuenta con apenas seis años de edad. Una tarde se encuentra con unos amigos jugando al escondite. En una de las veces que se halla escondido junto a uno de sus amigos, frente a ellos una extraña luz surge de la nada, como si fuera una puerta. De ella sale un hombre alto con túnica blanca, barba y melena, les sonríe y dice: “NO TEMÁIS…”, sin embargo ellos salen corriendo del lugar despavoridos.
Esteban recibe muy joven su primera aparición a los seis años de edad y a partir de los once, después de recibir una curación milagrosa sobre su persona, le encomienda Nuestra Madre el evangelizar el mundo con sus manos, curando a los enfermos, imponiendo las manos a los que a él se han encomendado.
Pensaba llevar una vida normal, pero Dios tenía otros planes, así que a partir de entonces ha dedicado su vida a la misión de ser un obrero de Dios en la Tierra.
Que nadie piense que es un curandero, aunque no le molesta que se lo digan. Sana el cuerpo y el alma guiando a quien le pide consejo, siempre por el mejor camino. No se otorga méritos, pues bien sabe que no son suyos, son de la Divina Providencia, que utiliza su humilde cuerpo para realizar su labor entre nosotros.
Ante todo, es una persona normal y corriente, sencilla, humilde, siempre dispuesto para quien le necesite.