La casa del Arcoiris | Mensajes 2009
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Mensajes 2009

Esteban: Salve Redentora de las almas.

María Santísima: Aleluya, Aleluya, el Señor resucitó, Aleluya, Aleluya.

En la grandeza de Dios está encerrada la sabiduría y la paciencia. Con trabajo los virtuosos alcanzan todos los dones de la Misericordia de Dios.

Qué contento está el Cielo por la oración de Baza.

La oración de Baza eres tú.

Esteban: No, madre mía.

María Santísima: Es porque todos los corazones laten al son del tuyo.

Esteban: Tengo peticiones, por los que están aquí, por los que vienen por primera vez… interceda, cúrelos a todos.

María Santísima: A Dios le complace escuchar las súplicas que salen de tu corazón. Qué hermoso está todo.

Esteban: Me han pedido que pida por muchos de los que están aquí.

María Santísima: Acepta la voluntad de Dios con amor, pero son tiempos de Gloria, no de penitencias.

Las lágrimas de fuego todavía no han tocado la Tierra. Cuando la Tierra sea tocada ha de venir el gran renacer.

Seguid rezando que a Dios le complace la oración y sigue practicando la Eucaristía en todos los altares de la Casa de Dios.

Esteban: ¡Qué hermoso Madre mía, estáis cogiendo en vuestros brazos a todos los bautizados!

María Santísima: Al Señor le complace la Consagración a la Casa del Arco Iris, el Señor todo lo puede y todo lo hace.

Es un tiempo difícil  para la fe porque el resurgir no empieza  con las llamas grandes sino pequeñas y van tomando fuerza según la paja que les eche que desecha la esencia de lo que no vale.

Esteban: Quiero hacerle una súplica…

María Santísima: Son los tiempos de los cambios y todo ha de cambiar.

Esteban: Pero que no sea para peor.

María Santísima: Y sonríe siempre que es el escudo y la bendición de Cristo en la Tierra.

Sé fuerte, son tiempos de burlas, pero la grandeza de Dios quedará en su sitio. Dios todo lo dispensa y todo lo hace, todo es voluntad de Dios.

Esteban: Hay muchas almas consagradas.

María Santísima: Sí, veo mucha pureza de almas y de intenciones.

La Gloria del Señor, es voluntad de Dios el que hagas todo lo estipulado, y a Dios le complace mucho tu forma de hacer las cosas.

Hoy es corona de flores y cetro de fuego. Todo está constituido y todos debéis consagraros al Corazón de Jesús para que os proteja y os libre. Es un día de alegría y gozo.

No estés triste, que Dios se halla en ti.

Esteban: ¿Cuándo vais a volver?

María Santísima: Cuando tu corazón lo necesite.

Mi Corazón lo deposito y consagro al Santuario de la Rosa para que derrame bendiciones como el agua del ramo, y el Cielo derrama la vida a la Tierra.

El Señor os bendiga.

Esteban (a los fieles): Levantad el Rosario.

María Santísima: Todos quedan consagrados.

Recuerda, tu corazón late al mismo tiempo que el nuestro.

Escribe y anda camino.

Esteban: Adiós, Bendita mía, mi corazón es vuestro.

Esteban: Salve Redentora de las almas.

María Santísima: Hoy traigo un mensaje nuevo al mundo, reparador de paz que consuela a todos los atribulados. El mundo está en pena constante, cuando deberían vivir siempre con alegría.

En la juventud se han perdido todos los valores y eso es importante que se vuelva a configurar.

Hay muchas almas con dolor y sufrimiento, que se acojan al Corazón de nuestro amado Jesús que tiene el bálsamo para curar todas las heridas.

No comprendes que son tiempos nuevos y la renovación es una obligación. Es como una casa que se rige por la viga maestra, todo se cambia menos ella. Se puede restaurar pero nunca cambiar.

Las oraciones por África van dando su fruto.

Tus manos son como dos volcanes que dan fuego aunque no se vea. Que no cese la oración.

Me siento privilegiada de tenerte como hijo.

Esteban: Y yo a usted como Madre, Madre mía.

María Santísima: Y recuerda que siempre la sonrisa es la bandera del amor de Dios.

Todo me halla y al Cielo todo le halla de ti.

Que la humanidad tenga pensamientos hacia Dios y hacia lo bueno, que encauzamos nuestro camino con la mente.

Escribe mucho y anda, anda camino.

Esteban: ¿Adónde ando?

María Santísima: Tú anda que Dios encaminará tus pasos.

Esteban: Señora, tenga misericordia de los que están aquí y de los que no están aquí.

Atienda sus súplicas.

María Santísima: Mi corazón nada puede negarte y la unión de todos los corazones es la unión del Corazón de Cristo.

Recuerda que todo es voluntad de Dios y si Dios lo permite es para bien de tu alma.

En un país muy pequeño hay un gran cambio de terror. Nuevamente se moverán los pilares del mundo.

En los sacramentos se halla la grandeza de Dios y la administración de ellos en Baza es para glorificación del Cielo. No es fácil, pero vuestra recompensa en el Cielo será grande y vuestro camino en la Tierra llevadero.

Recuerda, lo de Dios a Dios y lo del César al César.

Que se inunde el mundo de felicidad. Hosanna en el Cielo. Abrid los corazones.

Inclina tu rosario y haz como siempre.

La bendición de Dios que hace grandeza en la inmensidad, glorifique vuestras almas y su esencia queda impregnada como el grano de cebada cae en la tierra. Alegría que es el día del Señor.

 

Esteban: Ave María Purísima.

María Santísima: La puerta del Cielo se abre y la mirada de Dios se inclina hacia el Santuario de la Rosa. Qué hermoso está todo y sobre todo qué hermoso está tu corazón. Ya lo sabes, sonríe siempre que Dios se halla en ti.

Hay una súplica del Cielo para los hijos de la Casa del Arco Iris y es la obediencia. Las trazas y metas del Señor no son comprensibles para la mente pero todas sus directrices se hallan en vuestro corazón. A Dios todo le complace y Dios en todo se halla.

Un rotundo cambio en el mundo.

Esteban: No comprendo.

María Santísima: Los hombres abren la mano y el enlace divino se está rompiendo. Hay que enlazarse a lo sagrado, que es el vínculo poderoso para que en la Tierra habite el Cielo.

Para mis hijos, los sacerdotes de la casa del Arco Iris, sabed que son los hijos predilectos de Dios y que pidan mucho, pero no por ellos, por los demás que Dios nada les ha de negar.

El agua se mece e inunda la Tierra. Llanto y dolor y martirio de almas buenas.

Esteban: El domingo de Ramos, ¿cómo lo hago?

María Santísima: Como dispongas es voluntad de Dios.

Esteban: ¿Debo cambiar algo de mi persona?

María Santísima: Piensa que todo es temporal.

Perdonad siempre y amad mucho que todo el sufrimiento que tenéis es porque Dios lo permite para salvación de nuestra alma y grandeza de Dios en la Tierra.

Esteban: Quisiera pediros una petición, quisiera que todos pudieran ver.

María Santísima: Todos tienen ojos, no necesitan más que abrirlos.

Estás ungido como Príncipe de la Potestad. Recuerda: la grandeza no es tuya, es de Dios que se ha fijado en ti.

Esteban: Ya lo sé, Madre.

María Santísima: Con estos santos óleos yo te unjo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y con todo el amor de mi corazón, cabeza de la Tierra y mano del Cielo. Cúbrete, cúbrete que es voluntad de Dios.

Esteban: Ayude a las personas que están aquí, en especial a los enfermos…

María Santísima: Mi corazón es el corazón de una madre, no cesa de pedir. Todas las madres velan y yo que soy Madre de la humanidad.

Recuerda, en el Cielo tocan campanas por tu nombre y por Baza. Qué blancura y qué inmensidad se puede contemplar por medio de tus ojos.

En ti se halla el mar eterno, seguid rezando que en el Cielo se necesita mucha oración.

Ya es hora de que todos los sacerdotes celebren Eucaristía. Todos.

De los jazmines que hay en el altar de Dios he trenzado una corona y la deposito en el Santuario de la Rosa para que sea el más fecundo y el más amado.

Hoy no requiero nada más de vosotros. Sonríe siempre, Niño Precioso, el Cielo se halla en ti.

Inclina tu Rosario. Decidle a Jesús que lo amamos con todo nuestro corazón.

(En ese instante se puso el rostro de Jesús en la columna de la Virgen.)

 

Esteban: Ave María Purísima.

San Miguel: Soy Miguel, guardián de la casa de Dios y de la Luz y del Amor del mundo. Poseo el don del equilibrio y me inclino ante el Altar de Dios. No dudéis en acudir en mi ayuda simplemente invocando mi nombre. Os auxiliará la corte celestial y recordad: “no llaméis en vano”. Sonamos nuestros escudos en honor a la Casa de Dios en la Tierra.

Azmijalé al Hijo de Dios.

Seguidamente han aparecido cuatro Ángeles cada uno de un elemento: uno de fuego, compuesto de él; otro de agua; otro de tierra que se le podían ver incluso plantas sobre él; y otro de viento en forma de remolino.

En medio, a los pies del Altar, se ha formado un círculo compuesto de fuego, agua, tierra y viento. Esteban se levantó para ponerse de rodillas y le dijeron desde el Cielo: “Sólo se arrodilla uno ante Dios”, indicando que subiéramos y nos arrodilláramos los sacerdotes y acólitos alrededor del círculo. El círculo crecía e inundaba al círculo sacerdotal, mientras los ángeles emitían un sonido en forma de chillido insoportable.

Tras esto, los Ángeles desaparecieron así como los elementos, quedando todos impregnados de tan magnífico regalo.

Esteban: Ave María Purísima.

María Santísima: Mi corazón se alegra y se complace por la obediencia de Baza. ¿No habéis escuchado la risa de los Ángeles? En el Cielo se goza por el honor y veneración que se tiene en la Tierra a Jesús Sacramentado.

Hoy queda todo estipulado y Vos sois Patriarca del Camino de Salvación.

Sé amplio y no rígido. Mi corazón late por los niños del mundo. Es un tiempo difícil y es una gran tormenta.

Muchos martirios de inocentes que no serán reconocidos en la Tierra sino en el Cielo, pues su proclamo de Santidad pasa sin ser apreciado por nadie.

En la cruz de Cristo se halla una gran grandeza, pero la mayor grandeza se halla dentro de nosotros y vosotros.

Hoy traigo el signo del fuego para que queme las imperfecciones y renueve la faz de la Tierra.

Debes de tener paz y tranquilidad y sosiego que los designios de Dios son misteriosos, pero recuerda: si fuera fácil, qué mérito tendrías.

Un alma pura y buena va a cruzar este Camino. Tened siempre los brazos abiertos para coger a todos.

Esteban: Lo siento y perdone, por las enfermedades de algunos de los que están aquí, quiero, deseo y pido que desaparezcan (lo repitió tres veces), con sus problemas y dénos unos hombros fuertes para poder llevar la Cruz. Pídale al Señor.

María Santísima: Pedid vosotros que el Señor os escucha. La pereza es hermana de la vanidad y a Dios no le complace. Así que sed con constantes con la oración, es la única puerta limpia.

Esteban: ¿Qué hacemos?

María Santísima: Rosario en mano y cumplid la voluntad de Dios aunque vaya es contra de lo que vosotros penséis. ¡Qué hermoso está todo! Tú tienes fe, ¿qué temes? Con la fe todo se alcanza.

Esteban: Quiero pediros por África.

María Santísima: Las oraciones para África caen al Cielo como gotas de agua, hasta que no se convierta en un manantial no hay remedio.

Esteban: ¿Qué quiso decir cuando dijo “los sacerdotes al agua”?

María Santísima: Al agua y al fuego, al aire y a la tierra. Es el bautismo de los pilares del templo de Dios.

Esteban: Déme fuerzas para llevar mi cruz y mi cuerpo, que no tenga este desasosiego, este miedo por todos.

María Santísima: Tú eres padre y eres madre y los padres en el mundo nunca tienen sosiego cuando tienen hijos, ni en la Tierra ni en el Cielo. ¿Requieren algo más?

Esteban: Diga a Jesús que le queremos con nuestra alma y gracias por la salvación.

María Santísima: Vos sois gota de sangre que pasa por el corazón del buen Jesús y cada vez os impulsa arriba con más gracia y más fuerza.

Esteban: Adiós, Reina del Cielo.

María Santísima: La Misericordia de Dios con su aliento os colma de bendiciones.

Esteban: Bendito seáis, luz de los patriarcas.

San José: Vengo en requerimiento del Altísimo y traigo la llave para que seáis la llave de todos los libros y el libro de todas las llaves.

(Esteban se descubre el pecho.)

San José: Con el báculo de la pureza traspaso tu alma para que quede limpia y sin mancilla. Nuevos tiempos, nuevos caminos.

Esteban: Quisiera besaros las manos, San José Glorioso.
Gracias, Padre Bendito.

San José: Todo el Cielo suspira por ti.

Esteban: Salve redentora de las almas.

María Santísima: Hoy traigo un mensaje nuevo a la humanidad, que todas las almas se rediman e inclinen su mirada hacia Dios pues un gran peligro acecha al mundo. Con la oración todo se puede conseguir.

Esteban: Lleva un aroma a rosas magnífico.

María Santísima: En las misericordias de Dios hay muchos espacios y en uno de ellos te encuentras tú. Busca el remedio para el mundo y camina, camina mucho.

Tú has de ir siempre delante para que los demás te sigan.

Esteban: Quiero preguntarle algunas cosas.

María Santísima: El consejo solo sirve cuando se pone en práctica.
En el Cielo hay una Gloria enorme por la oración de Baza.

Para antes del día en que se junta el Cielo y la Tierra ha de estar constituido todo.

Los sacerdotes al agua.

Esteban: No comprendo, Madre mía.

María Santísima: Agua, agua, agua… Todo se halla en tu corazón.

Pedid por la juventud para que se acerquen al Sagrado Corazón. Cada vez menos corazones laten y suspiran por el amor de Dios. De Dios queremos sus beneficios pero no sus responsabilidades y cada alma es juez de si misma. El mundo es pasajero pero el alma es eterna.

Esteban: Por todos los enfermos, los que están aquí y los que están en su casa y se acuerdan de Vos. Por los que han venido de otras tierras y lo están pasando mal.

María Santísima: Todas tus súplicas, Niño Precioso, llegan a los oídos de Dios.

Esteban: Ilumínenos, cómo podemos ayudar para lo de África.

María Santísima: Rosario en mano, es un arma poderosa donde todo se alcanza. Se tú mismo, deja que Dios fluya por medio de ti.

Esteban: ¿Hago bien pensando en los propósitos que tengo en mente?

María Santísima: Todo se alcanzará si es voluntad de Dios.

El domingo que viene que sea una misa con muchos sacerdotes. Recuerda: si fuera fácil qué mérito tendrías.
Levanta tu rosario. (La Virgen lo bendice.)

La bendición y la pureza del Cielo que cae como el rocío de la mañana, caiga de Dios sobre todos vosotros. Rogad por la humanidad que sois la esperanza de la salvación.

Esteban: Dígale a Jesús que le queremos mucho y que nos perdone.

María Santísima: Jesús es misericordia infinita y perdón eterno, pero debe de haber un corazón arrepentido.

Esteban: Gracias, Madre mía.

María Santísima: Y recuerda que tu corazón late a la vez que el nuestro.

Esteban: Ave María Purísima. Qué fragancia más deliciosa. Gracias Señora Nuestra. Dé gracias al Señor por tanto que nos da y lo poco que merecemos.

María Santísima: En el corazón de Dios se complacen todas sus maravillas, pero la más grande es el amor y la misericordia. Que no cese la oración, que Baza es la puerta de salvación al mundo.

Es tiempo de que los sacerdotes cubran la cabeza para pedir la misericordia de Dios por la humanidad.

Esteban: Algunos de los que están aquí están enfermos, otros con problemas y otros impregnados del mal. Corte las ataduras.

María Santísima: Dios todo lo puede, todo lo halla pero esos remedios se hallan en ti.

El mundo siente pena por los miles de niños no nacidos, son almas incompletas y la juventud se está condenando a la oscuridad. Pero tú no estés triste que Dios se halla en ti.

Esteban: ¿Me puede aclarar lo que quiso decir cuando nos pidió que rogáramos por África?

María Santísima: Estruendo y dolor y sangre, mucha sangre. El mundo está con las manos cruzadas mientras se matan sus hermanos. Abrid las manos.

En el Cielo tocan campanas por la Gloria de los redimidos.

Esteban: Quiero pediros por un alma especial por un buen hombre que el demonio se lo llevó. Se llama Juan.

María Santísima: Hay un abismo entre el Cielo y el Infierno pero le mandaré el lazo de mi vestido para que enjugue su boca y seque su sed eterna.

Esteban: Ayude a su mujer y su hija.

María Santísima: No puedo negarte nada pues tu corazón está lleno de amor, pero estás lleno de pena y debes ser tu mismo.

¡Qué flores más bonitas pero las que más me gustan son las de tu corazón!

Del Cielo vienen los ángeles mandados por Dios para sanar a los enfermos. Todo se halla en ti, busca la respuesta. Empieza a escribir y anda, anda camino. Ya sabes que todo es voluntad de Dios.

Esteban: Tengo dentro una pena grande, algo que va a pasar…

María Santísima: Está equilibrándose la luz después de haber quitado los pilares grandes de la oscuridad y tu alma se impregna de pena. Eres como un filtro que filtra la leche limpia y la broza la deja de lado.
En el Santuario de la Rosa hay mil bendiciones, quien las sepa recibir hallará la solución de su vida y la eternidad.

Pon tu Rosario.

(Todos los que estábamos reunidos levantamos el Rosario y Nuestra Señora los bendijo.)

Esteban: Adiós, Reina del Cielo.

En esta aparición siete ángeles sanadores de 2,5 metros, cada uno de un color, bailaban en espiral una especie de melodía, mientras sonreían y se elevaban del suelo al techo. Los allí presentes nos tumbamos en el suelo debajo de ellos, para recibir su sanación. Cuando estaban acabando esta especie de ritual, salían de las personas una especie de pájaros en sombra que subían hasta el techo y allí se deshacían como si fuesen cenizas.

Nuestra Madre bendijo unas flores que había allí para que nos la pusiésemos como protección.

Durante toda la aparición en los brazos de Nuestra Madre, Esteban no ha dejado de ver niños que Nuestra Madre abrazaba con filial ternura, observando que eran las almas de los niños que habían presentes en la aparición, llegando a ver incluso niños que no estaban allí.

Esteban: Salve Redentora de las almas.

María Santísima: Buscad en las directrices de vuestro corazón porque allí está todo escrito, antes de vuestro nacimiento. Todo queda impregnado en vuestra alma. Todos deben hallarse y encontrar realmente quiénes son. Ese es el propósito de la vida. Aprended y enseñad, sembrad mucho.

Esteban: Os quiero hacer una petición por algunos que están aquí, enfermos que están aquí, Usted ya sabe los que son, ponga su mano poderosa, destruya lo malo.

María Santísima: Desde el Cielo cortaré los lazos que atan la fuerza de la oscuridad, pero hay que limpiar mucho para que vuelva la Luz.

El Señor te ama tal y como eres, no quiere que  cambies nada de tu persona. Dios todo lo permite. Sed valientes que con vuestra lucha todo lo alcanzaréis. Vendrán tiempos mejores, en España lo malo cesará. El mundo irá resurgiendo poco a poco, pero el sufrimiento de Dios de nuevo es por África. Que todos mis hijos inclinen su mirada a África, y por la gracia de Dios dejo constituido el Honorato para entrelazar lo divino a lo terreno que alcanza las misericordias de Dios en la Tierra. A Dios le complace mucho la oración, especialmente de Baza. Es un sinfín de almas las que se salvan con la oración y con tu Eucaristía. Niño Precioso, sonríe siempre y anda, anda mucho camino, Dios se halla en ti. Eres el testigo de la mano de fuego para regir el mundo sin juzgar, apartando la paja del grano. Hoy tenéis una bendición especial.

Ves que caen del Cielo lágrimas de ángeles por el triunfo de Baza en la Tierra. Recibid todos la bendición de Dios Padre Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Esteban:
Así sea.

Después de la celebración de la Santa Eucaristía, mientras nos hallábamos rezando el Santo Rosario, se presentó Nuestra Madre a Esteban transmitiéndole este mensaje:

Esteban: Ave María Purísima.

María Santísima: El Cielo se complace por la victoria de Baza en el mundo. ¡Qué alegría y qué grandeza! Habéis traído la Luz al mundo y la misericordia de Dios a Garabandal. En el Cielo se tocan campanas a Gloria por Baza, que es Puerta del Cielo.

Esteban: Tengo que hacerle unas preguntas.

María Santísima: Todo está dispuesto y estipulado en tu corazón.

Esteban: Ayude al mundo entero. Perdón que le pida cosas materiales, pero hay gente que está sufriendo.

María Santísima: Todo es voluntad de Dios y a veces la oscuridad de la noche es necesaria para encontrar el camino.

Esteban: ¿Va a venir los domingos de Cuaresma?

María Santísima: Sí, pues es voluntad de Dios. Pero no sufras, que vendré todos los domingos de Cuaresma mientras el mundo sea mundo y, cuando tú no estés en la Tierra vendrás conmigo, y los que vengan aquí reunidos verán maravillas.

Esteban: Lleváis un perfume a rosas…

María Santísima: Son las flores que se cultivan para los altares de Dios. En el mundo hay un gran peligro, rogad por mis hijos de África que el demonio con su poder de división quiere dividir las naciones con sangre y fuego y son muchas las madres que van a llorar en el mundo.

Todos los sacerdotes deben estar consagrando ya y las ceremonias deben estar estipuladas. Busca todo en tu corazón.

Esteban: Quiero pediros por el Camino y que me ilumine sobre el Libro.

María Santísima: El Libro es la flor más exquisita y la oración más elevada a Dios. El mundo recibirá con el Libro un mensaje y una energía que los traerá a la Luz.

Esteban: Madre mía, ¿cambiará todo después de lo de Garabandal?

María Santísima: Todo vendrá a lo suyo, pero el año que se siembra la nuez, no se puede recoger el fruto.

Esteban: Decidle a Jesús que le amamos con todo nuestro corazón y que se le quiere en la Tierra. Los hombres y la humanidad no son malos, son ignorantes.

María Santísima: Si supieran cuánto les ama, vivirían dando alabanzas a Dios. Buscad, no le toca a lo humano sino a lo divino.

Esteban: ¿Quién es el hombre que viene con Vos, Madre? Bueno, los dos.

María Santísima: Santo Domingo de Guzmán y San Bernardo.

Esteban: (La Virgen me acerca a besar su escapulario, cuando lo beso es como si besara la cara de Cristo.)

María Santísima: Sonríe siempre, que Dios se halla en ti y todo lo tuyo le complace a Dios. Dios permite las cosas para felicidad o sufrimiento, pero sobre todo para salvación.

Esteban: Ayudadnos, en especial para los más jóvenes, que no se desvíen, yo pagaré las culpas de todos.

María Santísima: Nada te puedo negar, pues tu amor es mucho más grande que tu justicia. Por hoy no requiero nada más, hoy recibís una bendición especial, recordad, Dios se halla en vosotros, así que no hay nada más grande.

Esteban: Bendiga mi rosario, Madre Santa.

María Santísima: Haz como siempre. La bendición de Dios Padre Todopoderoso.

La conversación sobre Garabandal va referida a una misión que nos encomendó Nuestra Madre, para poner en equilibrio la Puerta de Luz que hay tan maravillosa en San Sebastian de Garabandal (Cantabria), que después de las apariciones de María, quedó abierta y por circunstancias los humanos habíamos contaminado.