Esteban: Ave María, Reina del Cielo.
María Santísima: Al Cielo le complace la obediencia de Baza, pero el Cielo requiere la obediencia del mundo. Los corazones son desiertos porque en ellos no se cría el amor de Dios. La humanidad es yerma y estéril porque el hombre no conoce el amor de Cristo. El principio de la purificación ha empezado y los mensajes transmitidos para estos tiempos iban designados. Mi corazón siempre estará en los que aman a Cristo y la intercesión de Dios estará ante ellos. No puede permitir Dios que ninguno de sus corderitos se le descarríe. En los dones y la gracia de Dios está la sabiduría y la sabiduría la debéis utilizar los hombres para hacer más grande a Dios, no para vivir sin él. Hay muchos corazones que laten a un mismo son y esto le complace a Dios. Sonríe siempre, que la sonrisa es la bandera de Cristo y no estés triste. Con la intensidad que ames, con la misma sufrirás. Esteban: Le ruego por los que están aquí, especialmente ruego por Japón, que tenga paciencia el Cielo. María Santísima: El Señor espera en el tabernáculo y sentado contempla cómo la piedra angular del mundo puede quedarse en él, pero ahora mismo son muchas las contrariedades del mundo y es necesario que haya equilibrio. Pronto nacerán en el mar tierras nuevas y nacerán tierras debajo del mar. Todo está estipulado y todo es voluntad de Dios. Quiero la oración piadosa y no la forzosa y quiero que evangelices. Hoy llega un tiempo que si tú callas, hablarán las piedras. El mundo no está preparado para el mensaje de Cristo en su totalidad, pero está preparado para cosas mundanas. Dejad lo del mundo para el mundo y trabajad por la obra de Dios. Tu rosal ya está florido y la prueba superada. Es tiempo de plantarlo en otras tierras. Hoy traigo una nueva devoción, que es la del Santísimo Sacramento en mi corazón, pues el pan vivo que bajó del Cielo y se fecundó en mi semilla plantó en mi corazón para que el mismo Dios reinase desde él, siendo yo su esclava y él siendo mi hijo y mi padre. Interceded ante los hombres, que sois las cadenas del rosario y podéis traer al mundo la piedad de Dios. Dios no castiga, recibimos lo que sembramos. La voluntad de Dios es la siguiente: Dios intercede por nosotros siempre para no pagar por nuestras maldades. Cuando Dios ve que el mundo necesita una purificación, se mantiene a un lado y nosotros recibimos todo lo sembrado. En el Cielo hay alegría por la oración de Baza y en la Tierra hay pena por los mensajes del Cielo. Esteban: Qué fragancia más hermosa, madre. María Santísima: En tierras muy lejanas donde no albergan al corazón de Cristo, obraré un gran milagro para intentar llevar a mis hijos al redil. Desde el Cielo hay pena porque son muchas las lágrimas del mundo que han de venir, que ni con el peso del martirio de todos los santos se puede desviar. Todo está muy hermoso y todo me halla en ti. Esteban: Corríjame madre todo lo que quiera. […] Así lo haré. ¿Va a bendecir mi rosario? Gracias, Madre Santísima. [La Virgen besa en la frente a Esteban y él le besa la mano.] María Santísima: La misericordia de Jesucristo descienda a la Humanidad desde Baza, que es la puerta del Cielo. Y la oración sea filial. Recibid la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esteban: Tengo una petición. María Santísima: El mar no se para, pero las misas y oraciones son un barco que pronto lo llevarán a su puerto. |
Esteban: Ave María Purísima. Salve Redentora de las almas, Madre de Dios y Madre Nuestra.
María Santísima: Toda rodilla se postra ante el Altar de Dios. Esteban: Y ante Usted también. María Santísima: Se dignifica el Cielo con la grandeza de Baza, la pureza de la sierpe hace que se dé fruto sano. Esteban: Tengo que pediros por muchas personas y por sus peticiones. Qué bonito, Madre Santísima. María Santísima: A mis hijos los Sacerdotes de la Casa del Arco Iris, deben seguir las directrices de su corazón, pues el Señor así las dejó estipuladas antes de su concepción, sabiendo que hay que trabajar por el Reino de Dios y un oficio tan divino como el de la consagración, todos los días ha de ofrecerse la Oblación Santa y Pura del Altar. Esteban: Madre Santísima, no lo entiendo. María Santísima: Podrán hacerse obras de misericordia, pero a Dios le complace más la Consagración para que en el mundo reinen los corazones en la unificación de todos los sagrarios y todos los Credos. Es realmente lo que le importa a Dios. Esteban: [Hay un Cáliz dorado en las manos de la Virgen que reluce como si fuera oro]. María Santísima: Este es el Cáliz venturoso donde se halla la Santísima Sangre de Cristo, el que quiera seguir su destino ha de beberlo. Esteban: Yo lo deseo, Madre. María Santísima: Ese Cáliz venturoso se recibe en la Santa Eucaristía, es la Grandeza de Dios en el Cielo y en la Tierra. Nunca debéis olvidarlo. En la Trinidad hay tres pórticos que se abren a lo divino, y en la vida y en la Santidad hay que recorrer cada uno de ellos. No os preocupéis tanto de lo humano. El manjar del alma es como esta rosa [lleva en las manos una rosa de color rojo], que se riega con el néctar de la fe y la constancia. Esteban: Es hermosa. María Santísima: Con el olvido y el abandono, se vuelve polvo [se convierte la rosa en polvo]. Esteban: Vos sabéis todas las cosas, quisiera pediros por personas que no han podido venir porque están enfermas. No necesito que me diga nada, solo haceros la petición. ¿Cuándo vendréis a visitarnos, Madre? María Santísima: Yo estoy siempre aquí. Pero al ser tiempo de cambios, el Señor traza líneas de un día para otro. Recordad que por mucha dificultad que venga, vosotros sois llamados “Hijos del Altísimo” y la protección de Dios y su cayado siempre os protegerán. Sed puros como Dios os hizo, puros, y vivid gozosos la vida, encontrando en ella el Paraíso. Para el que ama al Señor nunca hay pena, estad siempre alegres que es la bandera de Cristo. Me voy, pero pronto volveré. Recibo de vuestros corazones las alabanzas que se tributan a Dios y a su Santísimo Nombre. Y os pido que hoy las vueltas del Rosario sean del Dulcísimo Nombre de Jesús. Esteban: Os amamos. María Santísima: Con el rosario haz como siempre. Esteban: [Me besa en la frente]. |