Mensaje de María Santísima de la Soledad en Baza el 20 de abril de 2014
Esteban: Ave María Purísima, Salve Redentora de las almas Madre de Dios y Madre Nuestra amantísima.
María Santísima: Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Esteban: Bendito y alabado sea por siempre.
María Santísima: En el Cielo repican las campanas por la gloria de la Resurrección y el gozo del Cielo es bajado a la Tierra por medio de los Sacramentos.
Esteban: Escuche, Madre, todas nuestras peticiones.
María Santísima: Los oídos de Dios no son sordos para los que alaban al Señor.
Esteban: Quisiera preguntarle, Madre, si hacemos obra en el Santuario, ¿se podría modificar el pilar sagrado?
María Santísima: El pilar no es terrenal sino Celestial, y es de energía divina: es el Brazo de Dios que baja a la Tierra, así que lo terreno puede ser modificado.
Sé amplio y no estricto, y ábrete siempre, que así ayudarás a muchas almas que vayan a la Luz.
Hoy traigo un mensaje de paz y reconciliación, y pido y ruego que por el amor al Cuerpo y a la Sangre de Cristo. Después de la celebración Eucarística, que todos los domingos se rece el Santo Rosario de la Divina Misericordia para traer la misericordia al mundo.
(María Santísima muestra cinco rosas preciosas).
¿Ves las cinco rosas? Pues son las cinco vueltas que le dais al Rosario, es una corona de flores que postráis ante el Altísimo. El Señor se adorna y se perfuma con la devoción de esta casa.
Sed fuertes y valientes y caminad siempre con el pie firme, que las contrariedades en los caminos del Señor son abundantes. Y gózate de la Gloria del Señor que ha resucitado.
Presenta la alegría en tu corazón como ejemplo de Cristo en ti.
El Señor está contento contigo y con tu labor, así que vive tú contento con la presencia del Señor.
Grandes cambios en el mundo, llega el tiempo de la cosecha.
Recibid la bendición de Dios Padre Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo que la manda el mismo Señor del Cielo, y abrid siempre vuestro corazón para que fluya siempre por medio de vosotros.
Admijalé al Hijo de Dios. Honor y gloria, y bendito sea Dios que vio en mí un instrumento para participar en la obra del Altísimo.
¿Quieres ser la Obra de Dios?
Esteban: Sí, sí y sí.
María Santísima: Ya me voy pero recuerda que siempre estoy contigo. Y os rocío con el perfume del Altar de Dios que es el dulce néctar de la oración y del Amor.
Esteban: Adiós Madre. La quiero, Madre mía.